viernes, 18 de noviembre de 2011

En cuarto grado

− ¡Tu mano va antes!


− Pero pesa más la tuya y soy más pequeña que tú, así que tengo ventaja.


− Si no la pones... ¡Ya no juego contigo y vas a quedarte sola!


− ¡No lo creo!


− ¡Pues me voy porque eres tramposa!


Después que Lola dejara a Rosi conmigo, comenzamos a hablar.


−Llevaré dos cajas, al fin que mañana van mis papás al súper−. Yo asentía sin ningún impedimento.La fiesta que planeábamos debía hacerse cuidadosamente pues mi estimación estaba enfocada a los que me hacían compañía en el cuadro de honor. Después de un rato de hablar acerca de la fiesta nos pusimos a hacer la tarea, tomé la Guía de Cuarto Grado para ver qué ejercicios haríamos, cayó una hoja con un acuario apagado. No pude resistir y antes de continuar coloreé mantarrayas, delfines y algunos peces. Para mí eras un delfín.Y recordé tu serenidad, tu sonrisa tras una pillada y la que de retache me sacudía. También tuve presente cuando estuviste enfermo, un mes sin verte, esforzándome más en las tareas, en el cuaderno, para que te llegara mi ánimo escrito con la suma de fracciones. Había ocasiones en las que todos mirábanme para saber algo de ti, pues (aunque lo negué) buscándote estuve después de clases para entregarle el recadito de la tarea a tu mamá.Creían que era engreída, una alzada, al ser consentida por los profesores, y tú un héroe al resistir estacarte el pecho de vanidad.Porque eso es ser un verdadero héroe. Me asombraba cuando defendías a nuestros amigos, tu amabilidad con los profesores y más con los compañeros.A mí, en ocasiones, me rebasaba la forma egoísta de ser, soberbia, la que no pensé entonces cambiar. ¿Cuántas veces en el recreo querías que jugara en tu equipo?El único recuerdo tangible: una goma, ahora, redondeada y porosa, con rastros aferrados de tinta, se le formó una pared de plastilina. El logotipo de la marca está incompleto y aunque hice por remarcarlo, padece proporciones irrecuperables. Me pregunto si la mordías de vez en cuando. ¡Pero qué orillas más disparejas! Seguramente iba integrándose a todo aquello descartado que en migas reposaba sobre mi suéter (yo fingía molestarme sacudiéndome con gracia tus borrones).


− ¡Ash, me equivoqué! Préstame goma por fis.− Rosi me tendió los ojos con la esperanzadora idea de que yo remediaría sus errores en las multiplicaciones, yo cerré el puño y apreté dentro de él mi corazón y la goma.


− Lo siento Rosi, no tengo.− Ella, incrédula me miró dos segundos y se levanto a buscar en su mochila.

Tal vez un día te devuelva la goma y de paso te pregunte si tienes mi compás.



viernes, 4 de noviembre de 2011


Digitales I


Arrojada a mí

la granada de tu boca
es prueba de desafío
y festín.